San
Ignacio de Antioquia
Icono
griego sin fecha
Monasterio de la Transfiguración
Brookline, MA, EE.UU.
"Que ninguna cosa,
visible o invisible,
se me ponga delante
a trueque de
alcanzar a Jesucristo."
|
San Ignacio de Antioquia
Obispo, Mártir,
Padre Apostólico
P. Jordi Rivero
Vivió
entre los años 30 al 35 DC al 107 DC
Fiesta: 17 de octubre
San
Ignacio de Antioquia, fué
discípulo
directo de San Pablo y San Juan;
Segundo sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia de
Antioquia;
El
primero en llamar a la Iglesia "Católica".
Sus
escritos demuestran que la doctrina de la Iglesia Católica
viene de Jesucristo por medio de los Apóstoles.
Esta
doctrina incluye: La Eucaristía;
La
jerarquía y la obediencia a los obispos;
La
presidencia de la iglesia de Roma;
La
virginidad de María y el don de la virginidad;
El
privilegio que es morir mártir de Cristo.
Condenado a morir devorado por las
fieras, fue trasladado a Roma y allí recibió la corona de su
glorioso martirio el año 107, en tiempos del emperador
Trajano.
En su viaje a Roma, escribió siete
cartas, dirigidas a varias Iglesias, en las que trata sabia
y eruditamente de Cristo, de la constitución de la Iglesia y
de la vida cristiana.
Ya en el siglo IV, se celebraba en
Antioquía su memoria el mismo día de hoy. (del Oficio de
Lectura, 17 Octubre)
En
este artículo veremos su martirio,
sus
escritos
y
su doctrina.
Fuego
ardiente de amor
La palabra "Ignacio" viene de "ignis" (fuego). El corazón de
San Ignacio era un fuego ardiente de amor por Cristo. Decía
que Cristo está en el pecho de los cristianos.
De
sobrenombre "Theophorus" (portador de Dios).
Fue
ilustre testigo de Cristo por su palabra y por su martirio. |
Conoció a los Apóstoles
San Ignacio de Antioquia se le llama
Padres Apostólico porque, habiendo nacido en Antioquia en el siglo
I, fue discípulo de los Apóstoles San Pablo y San Juan.
Consagrado obispo por los ApóstolesSan Ignacio de Antioquía fue el
tercer obispo de Antioquia,
Siria, siendo San Pedro y San Evodio los dos primeros (Eusebius, "Hist.
Eccl.", II, iii, 22).
San Juan
Crisóstomo ("Hom. in St. Ig.",
IV. 587) escribe que San Ignacio fue consagrado obispo de manos de los
Apóstoles Pedro y Pablo. Según Theodoret, Ignacio fue asignado obispo de
Antioquía por San Pedro. (Theodoret, "Dial. Immutab.", I, iv, 33a,
Paris, 1642.)
Antioquia era la tercera ciudad mas importante del imperio, después
de Roma y Alejandría. También era una de las iglesias mas importantes e
influyentes. Habían en Antioquia muchos cristianos de procedencia
judía que huyeron de la destrucción de Jerusalén ocurrida en el 70 AD.
Condenado a muerte por su feEl Emperador Trajano al principio respetó a los cristianos,
pero por gratitud a sus dioses tras su victoria sobre los dacios y
escitas, comenzó a perseguir a quienes no los adoraban. Hay una relación
legendaria sobre el arresto de San Ignacio y su entrevista personal con
el emperador. Sin embargo, desde época muy remota nos llega el
interrogatorio al que fue sometido:
-"¿Quién eres tú, espíritu malvado, que osas desobedecer mis órdenes e
incitas a otros a su perdición?"
-"Nadie llama a Teóforo espíritu malvado", respondió el santo.
-"¿Quién es Teóforo?.
-"El que lleva a Cristo dentro de sí".
-"¿Quiere eso decir que nosotros no llevamos dentro a los dioses que nos
ayudan contra nuestros enemigos?", preguntó el emperador.
-"Te equivocas cuando llamas dioses a los que no son sino diablos",
replicó Ignacio. "Hay un solo Dios que hizo el cielo y la tierra y todas
las cosas; y un solo Jesucristo, en cuyo reino deseo ardientemente ser
admitido".
-"¿Te refieres al que fue crucificado bajo Poncio Pilato?".
-"Sí, a aquél que con su muerte crucificó el pecado y a su autor, y que
proclamó que toda malicia diabólica ha de ser hollada por quienes lo
llevan en el corazón".
-"¿Entonces tú llevas a Cristo dentro de ti?
-"Sí, porque está escrito, viviré con ellos y caminaré con ellos".
Cuando lo mandaron a encadenar para llevarlo a morir en Roma, San
Ignacio exclamó: "te doy gracias, Señor, por haberme permitido darte
esta prueba de amor perfecto y por dejar que me encadenen por Tí, como
tu apóstol Pablo".
Itinerario hacia el martirio en Roma(Tomado de las actas del martirio)
San Ignacio rezó por la Iglesia, la encomendó con lágrimas a Dios, y
con gusto se sometió a los soldados para ser encadenado y llevado a
Roma.
En Seleucia, puerto de mar, situado a unos veinticinco kilómetros de
Antioquia, se embarcaron en un navío que fue costeando el Asia Menor.
Algunos de sus fieles de Antioquia tomaron un camino más corto y
llegaron a Roma antes que él y ahí le esperaron.
Durante la mayor parte del trayecto acompañaron a San Ignacio el diácono
Filón y Agatopo, a quienes se considera autores de las actas de su
martirio. Durante el viaje San Ignacio iba vigilado día y noche por diez
soldados que, según el santo, eran como "diez leopardos". Añade "iba yo
luchando con fieras salvajes por tierra y mar, de día y noche" y "cuando
se las trataba bondadosamente, se enfurecían mas".
Las numerosas paradas, dieron al santo oportunidad de confirmar en la fe
a las iglesias cercanas a la costa de Asia Menor. Dondequiera que el
barco atracaba, los cristianos enviaban sus obispos y presbíteros a
saludarlo, y grandes multitudes se reunían para recibir su bendición. Se
designaron también delegaciones que lo escoltaron en el camino. En
Esmirna tuvo la alegría de encontrar a su antiguo condiscípulo San
Policarpo; al obispo Onésimo quien iba a la cabeza de una delegación de
Efeso; al obispo Dámaso, con enviados de Magnesia, y el obispo Polibio
de Tralles. Burrus, uno de los delegados, fue tan servicial con San
Ignacio, que éste pidió a los efesios que le permitieran acompañarlo.
Desde
Esmirna, el santo escribió cuatro cartas. Los guardias se
apresuraron a salir
de Esmirna para llegar a Roma
antes de que terminaran los juegos, pues las víctimas ilustres y de
venerable aspecto, eran la gran atracción en el anfiteatro. El mismo
Ignacio, gustosísimo, secundó sus prisas. Enseguida se embarcaron para
Troade, donde se enteraron de que la paz se había restablecido en la
Iglesia de Antioquia. En Troade Ignacio escribió tres cartas más. Una a
los fieles de Filadelfia.
De Troade navegaron
hasta Nápoles de Macedonia. Después fueron
a Filipos y habiendo cruzado
Macedonia y el Epiro a pie, se volvieron a embarcar en Epidamno
(el actual Durazzo en Albania).
Según
las Actas, al aproximarse el santo a Roma,
los fieles salieron a recibirlo y se regocijaron al verlo, pero
lamentaron el tener que perderlo tan pronto. Como
él lo había previsto, deseaban tomar medidas
para liberarlo, pero les rogó que no le impidieran
llegar al Señor. Entonces, arrodillándose
con sus hermanos, rogó por la Iglesia, por el fin
de la persecución y por la caridad y concordia
entre los fieles. Según la misma
leyenda, Ignacio llegó a Roma el 20 de
diciembre, último día de los juegos
públicos, y fue
conducido ante el prefecto de la ciudad, a quien
se le entregó la carta del emperador. Después de
los trámites acostumbrados, se le
llevó apresuradamente al anfiteatro flaviano.
Ahí le soltaron dos fieros leones, que inmediatamente
lo devoraron, y sólo dejaron los huesos más
grandes. Así fue escuchada su oración.
No hay seguridad sobre los detalles de la narración pero sí del hecho de
su martirio, ocurrido en el año noveno del emperador Trajano.
Parecería para muchos espectadores que San Ignacio era tan solo uno mas
que moría en aquellos juegos diseñados para saciar la morbosidad de las
turbas. Sin embargo el era el gran vencedor en un reino mucho mas
sublime y duradero que el de los emperadores romanos.
Dejadme que sea
entregado a las fieras, puesto que por ellas puedo llegar a Dios.
Soy el trigo de Dios, y soy molido por las dentelladas de las
fieras, para que pueda ser hallado pan puro. Antes, atraed a las
fieras, para que puedan ser mi sepulcro, y que no deje parte alguna
de mi cuerpo detrás, y así, cuando pase a dormir, no seré una carga
para nadie. Entonces seré un verdadero discípulo de
Jesucristo. (Epístolas de San Ignacio a los
Romanos)
Restos del santo son
llevados a AntioquíaLos restos
del mártir, fueron llevados a Antioquia
donde para ser venerados, al principio
de un modo que no llamara la atención
"en un cementerio fuera de
la puerta de Dafnis".
Esto lo refiere
San Jerónimo,
escribiendo en 392, y sabernos que él había
visitado Antioquía.
El panegírico de
San IgnacioFue, hecho por
San Juan Crisóstomo cuando éste era
presbítero de Antioquía, fue
pronunciado posiblemente el 17 de octubre. Según el
antiguo martirologio sirio la fiesta del mártir
se celebraba en esas regiones en
ese día.
San Juan hace resaltar el hecho de que el suelo de
Roma había sido empapado con la sangre de la
víctima, pero que Antioquía atesoraba para siempre sus reliquias.
"Ustedes lo prestaron por una temporada",
dijo al pueblo "y lo recibieron con intereses.
Lo enviaron siendo obispo, y lo recobraron mártir. Lo
despidieron con oraciones y lo trajeron a su
tierra con laureles de victoria''.
Una leyenda identifica a Ignacio con el niño que
Nuestro Señor tomó en sus brazos y que le sirvió para dar una lección
sobre la humildad (Cf. Marcos 9,36).
San Vicente Beaurais afirmaba que su
sobrenombre "Theophoros" (Portador de Dios) se debía a que,
después de muerto le abrieron el corazón y encontraron en él escritas en
letras de oro el nombre de Jesús.
Su
nombre se menciona en el primer canon Eucarístico.
Los credenciales de San Ignacio como verdadero testigo
de la doctrina apostólica
1-San Ignacio fue
discípulo de los Apóstoles San Pablo y San Juan
Recibió de ellos las
Sagradas Escrituras
(en sus cartas encontramos numerosas citas literales de los
Evangelios Sinópticos).
Recibió de ellos también la revelación transmitida a voz viva. Esta
le capacita para ser interprete veraz de la revelación escrita.
San
Juan escribe: "Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se
escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para
contener los libros que se escribieran." Juan 21,25. Esas "otras
cosas" forman la revelación transmitida oralmente a San Ignacio y a
los otros Padres Apostólicos.
2-San Ignacio gozaba de la plena aprobación y
confianza de los Apóstoles
Ya que ellos mismos lo ordenaron
obispo de Antioquia, sede de suma importancia. Permaneció en esa insigne
sede por 40 años hasta su martirio.
3-La ortodoxia de San Ignacio era ampliamente
reconocida
Tanto por los padres de la Iglesia de su tiempo como
en todos los siglos. Gozaba también del reconocimiento de los fieles
como lo demostraron recibiéndolo en todas las ciudades por donde pasaba
camino a su martirio en Roma.
4-La autenticidad de sus
cartas está firmemente establecida
San Ignacio, siendo gran pastor y teólogo presenta con claridad y
lucidez la doctrina católica ampliamente reconocida en su tiempo como
Apostólica. Sus siete cartas demuestran claramente la catolicidad de los
albores del cristianismo.
Algunas Enseñanzas de San
Ignacio de Antioquía
Los escritos del obispo San Ignacio de Antioquía son de suma importancia
porque demuestran la catolicidad de la doctrina desde tiempos
apostólicos. Sus
cartas constituyen un testimonio de su amor apasionado por Cristo, su
profundidad y claridad de pensamiento teológico y profunda humildad. San
Ignacio manifiesta absoluta certeza de que su inminente martirio por
Cristo es un privilegio, por lo que no quiere que nadie lo obstruya.
Parto Virginal de María.
Es el primer escritor fuera del N.T. en
escribir sobre esta verdad.
"Y al príncipe de este mundo se le ocultó la virginidad de María y su
parto y también la muerte del Señor". (Carta
a los de Efeso)
Cristo: humano y divino.
Como San Juan, San Ignacio nos
muestra que Cristo es humano y divino. "Hijo de María e hijo de Dios,
primero pasible, después impasible, Jesucristo Nuestro Señor" (Efes., c.
xvii). Su doctrina es una defensa contra dos tendencias de la época: por
un lado algunos de los judaizantes negaban la encarnación y
creían en un Jesús solo humano. Por otro lado, los
docetistas
negaban la humanidad de Cristo.
La Eucaristía. San
Ignacio de Antioquía es el primero en usar la palabra "Eucaristía" para
referirse al Santísimo Sacramento (Esmir., c.
viii). San Ignacio utiliza la terminología joánica para enseñar sobre la
Eucaristía, a la que llama "la carne de Cristo", "Don de Dios", "la
medicina de inmortalidad". Llama a Jesús
"pan de Dios" que ha de
ser comido en el altar, dentro de una única Iglesia.
No
hallo placer en la comida de corrupción ni en los deleites de la
presente vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo,
de la semilla de David; su sangre quiero por bebida, que es amor
incorruptible.
Reuníos en una sola fe y en Jesucristo.. Rompiendo un solo pan, que
es medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir
por siempre en Jesucristo.
San
Ignacio denuncia a los herejes "que no confiesan que la Eucaristía es la
carne de Jesucristo nuestro Salvador, carne que sufrió por nuestros
pecados y que en su amorosa bondad el Padre resucitó".
El día del Señor el
domingo
Los
que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva
esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el
que nuestra vida es bendecida por El y por su muerte -San Ignacio de Antioquía, Magn. 9,1
-Es
una institución divina cuyo fin es la salvación de las almas; quienes se
separan de ella se separan de Dios. (San
Ignacio de Antioquía, a los de Filadelfia., c. iii)
-Debe
permanecer en unidad.
La unidad es expresión del amor. (Trall., c.
vi; Filad., c. iii; Magn., c. xiii)
-Es
Santa. (Esmirna, Efes., Magn., Trall., Rom.);
-Es
Católica
Fue San Ignacio quien por primera vez se
refirió a la Iglesia como
"Iglesia
Católica"
(Universal), incluyendo en ella
a todos los que son fieles a la verdad. (Esmirna., c. viii)
"Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que
donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"
-Es
Infalible
(Fila., c. iii; Efes., cc. xvi, xvii)
-Tiene
jerarquía a la que debemos
estar unidos en obediencia
San
Ignacio, como San Juán, puso mucha atención en la relación entre el
Padre y el Hijo. El Hijo siempre sujeto por amor a la voluntad del
Padre, uno con Él por naturaleza. San Ignacio deduce que debemos imitar
a Cristo en su obediencia filial, obedeciendo a los obispos de la
Iglesia (lntrod. a Fila.; Efes., c. vi); . Sus cartas enseñan que
debe haber en la Iglesia disciplina, unidad y sujeción a la jerarquía.
Por esto debéis
estar acordes con el sentir de vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y
en cuanto a vuestro colegio presbiteral, digno de Dios y del nombre
que lleva, está armonizado con vuestro obispo como las cuerdas de
una lira. Este vuestro acuerdo y concordia en el amor es como un
himno a Jesucristo. Procurad todos vosotros formar parte de este
coro, de modo que, por vuestra unión y concordia en el amor, seáis
como una melodía que se eleva a una sola voz por Jesucristo al
Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas
obras, como miembros de su Hijo. Os conviene, por tanto, manteneros
en una unidad perfecta, para que seáis siempre partícipes de Dios.
(De la Carta a los Efesios)
Sus
palabras recuerdan a las de San Pablo, en Efesios, 4: "Con empeño por
guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y
un solo Espíritu, a la manera que fuisteis llamados en una sola
esperanza de vuestra vocación. Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo. Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y obra por
todos y mora en todos."
-Los
tres niveles del
sacramento del orden>>>,
el episcopado siendo superior, el presbiterio
(sacerdotes) y por último el diaconado (Magn., c. vi).
La primacía del obispo de ¿Roma? ¿o de Jerusalen? El
mismo San Ignacio que alrededor del año 107 D.C. llamó a la Iglesia
"Católica" y nos enseña que tiene obispos con autoridad, nos enseña
también que la Iglesia tiene quien la presida: "...la que reside en
el territorio de los romanos... la que preside en la unión del amor..."
(Rom., introd.)
[ Nota del author: Jerusalen tambien estaba entonces en territorio
de los Romanos, no se refería entonces a Roma, sino a Jerusalen por que
alli fue que la fundo el mismo Cristo, no en Roma.]
Su
firme enseñanza sobre la obediencia a los obispos es aun mas admirable
cuando el mismo, siendo obispo, fue siempre muy humilde.
Matrimonio SacramentalSan Ignacio enseña sobre el matrimonio en la iglesia: "...los
varones y las mujeres que deseen casarse, deben realizar su enlace
conforme a las disposiciones del obispo..." (Filipenses 5,2).
La Virginidad, virtud sobrenatural
(Polyc., c. v)
San
Ignacio es claro y fuerte contra la herejía pero también recalca la
necesidad de ser indulgentes y tolerantes con los que están en error.
Rueguen incesantemente por el resto de los hombres -porque hay en
ellos esperanza de arrepentimiento- para que lleguen a Dios. Por lo
tanto instrúyanlos con el ejemplo de sus obras. Cuando ellos
estallen en ira, ustedes sean mansos; cuando se vanaglorien al
hablar, sean ustedes humildes; cuando les injurien a ustedes, oren
por ellos; si ellos están en el error, ustedes sean constantes en la
fe; a vista de sus furia, sean ustedes apacibles. No ansíen el
desquite. Que nuestra indulgencia les muestre que somos sus
hermanos. Procuremos ser imitadores del Señor, esforzándonos para
ver quién puede sufrir peores injusticias, quién puede aguantar que
lo defrauden, que lo rebajen a la nada; que no se encuentre en
ustedes cizaña del diablo. Sino con toda pureza y sobriedad vivan en
Cristo Jesús en carne y en espíritu. (carta a los efesios)
Resumen de las cartas de San
Ignacio
Afortunadamente San Ignacio escribió varias cartas camino de su
martirio, de las que se conservan siete. Otras cartas atribuidas a el se
consideran apócrifas.
Carta a los efesios. Les exhorta a permanecer en armonía con su
obispo y con todo su clero, a que se reúnan con frecuencia para rezar
públicamente, a ser mansos y humildes, a sufrir las injurias sin
murmurar. Los alaba por su celo contra la herejía y les recuerda que sus
obras más ordinarias serían espiritualizadas, en la medida que las
hicieran por Jesucristo. Los llama compañeros de viaje en su camino a
Dios y le, dice que llevan a Dios en su pecho.
Carta a los efesios>>
Cartas a las iglesias de Magnesia y Tralles habla con términos
análogos y los pone sobre aviso contra el docetismo, doctrina que negaba
la realidad del cuerpo de Cristo y su vida humana. En la carta a Tralles
les pide que se guarden de la herejía, "lo que harán si permanecen
unidos a Dios, y también a Jesucristo y al obispo y a los mandatos de
los apóstoles. El que está dentro del altar está limpio, pero el que
está fuera de él, o sea, quien se separa del obispo, de los presbíteros
y diáconos, no está limpio".
En la
Carta a los Magnesios enseña que los verdaderos cristianos
obedecen al obispo.
Carta a los cristianos de Roma. Esta cuarta carta es una súplica
para que no le impidan ganar su corona del martirio. No quería que los
influyentes trataran de obtener una mitigación de la condena, ya que el
cristianismo había conseguido adeptos en sitios elevados. Había hombres
como Flavio Clemente, primo del emperador y los Acilios Clabriones
tenían amigos poderosos en
el imperio. Luciano, satirista pagano (c. 165 P.C.),
quien seguramente conoció estas cartas de Ignacio, da testimonio de lo
anterior.
Temo que vuestro amor, me perjudique" escribe el obispo, "a
vosotros os es fácil hacer lo que os agrada; pero a mí me será
difícil llegar a Dios, si vosotros no os
cruzáis de brazos. Nunca tendré oportunidad como ésta para llegar
a mi Señor ... Por tanto, el mayor favor que pueden hacerme
es permitir que yo sea derramado como libación a Dios mientras el
altar está preparado; para que formando un coro de amor, puedan dar
gracias al Padre por Jesucristo, porque Dios se ha
dignado traerme a mí, obispo sirio, del oriente al occidente para
que pase de este mundo y resucite de nuevo
con El ... Sólo les suplico que rueguen a Dios que me dé gracia
interna y externa; no sólo para decir esto,
sino para desearlo, y para que no sólo me llame
cristiano, sino para que lo sea efectivamente . . . Permitid que
sirva de alimento a las bestias feroces para que por ellas pueda
alcanzar a Dios. Soy trigo de Cristo y quiero ser molido por los
dientes de las fieras para convertirme en pan
sabroso a mi Señor Jesucristo. Animad a las bestias para que sean mi
sepulcro, para que no dejen nada de mi
cuerpo, para que cuando esté muerto, no sea gravoso a nadie ... No
os lo ordeno, como Pedro y Pablo: ellos eran apóstoles, yo soy un
reo condenado; ellos eran hombres libres, yo
soy un esclavo. Pero si sufro, me convertiré en liberto de
Jesucristo y, en El resucitaré libre. Me gozo
de que me tengan ya preparadas las bestias y deseo de todo corazón
que me devoren luego; aún más, las azuzaré para que me devoren
inmediatamente y por completo y no me sirvan
a mí como a otros, a quienes no se atrevieron a atacar. Si no
quieren atacarme, yo las obligaré. Os pido perdón. Sé lo que me
conviene. Ahora comienzo a ser discípulo. Que
ninguna cosa visible o invisible me
impida llegar a Jesucristo.
Que venga contra mí fuego, cruz, cuchilladas,
desgarrones, fracturas y mutilaciones; que mi cuerpo se deshaga en
pedazos y que todos los tormentos del demonio abrumen mi cuerpo, con
tal de que llegue a gozar de mi Jesús. El
príncipe de este mundo trata de arrebatarme y de pervertir mis
anhelos de Dios. Que ninguno de vosotros le ayude. Poneos
de mi lado y del lado de
Dios. No llevéis en vuestros labios el nombre
de Jesucristo y deseos mundanos en el
corazón. Aun cuando yo mismo, ya entre vosotros os implorara vuestra
ayuda, no me escuchéis, sino creed lo que os digo por carta. Os
escribo lleno de vida, pero con anhelos de
morir.
Carta a los
de Esmirna. Encontramos
otro aviso contra los docetistas, que negaban que
Cristo hubiera tomado una naturaleza humana real y que la Eucaristía
fuera realmente su cuerpo. Les prohíbe todo trato con esos falsos
maestros y sólo les permite orar por ellos.
"Cristo nos ha llamado a su reino y gloria" -Carta a los
esmirniotas.
Carta a San Policarpo. Consiste principalmente en
consejos, siendo el escritor mucho mayor.
Lo exhorta a trabajar por Cristo,
a reprimir las falsas enseñanzas, a cuidar de la viudas,
a tener servicios religiosos con frecuencia
y le recuerda que la medida de los trabajos será la de
su premio. Como San Ignacio no tuvo tiempo de escribir a otras Iglesias,
pidió a San Policarpo que lo hiciera en su nombre.
Carta a los fieles de Filadelfia.
Escribe alabando a su obispo, rogándoles
que eviten la herejía. "Usad una sola Eucaristía; porque la carne de
Jesucristo Nuestro Señor es una y uno el cáliz para unirnos a todos en
su sangre. Hay un altar. así como un obispo, junto con el cuerpo de
presbíteros y diáconos, mis hermanos siervos, para que todo lo que
hiciereis vosotros lo hagáis de acuerdo con
Dios".
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