|
El Pueblo de
Dios
Isaías 61:6 Y vosotros seréis llamados Sacerdotes de Jehová,
Ministros de Nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las
naciones, y con su gloria seréis sublimes.
1 Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo
el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a
su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois
pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia,
pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Juan 15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y
seáis así mis discípulos.
15:9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced
en mi amor.
15:10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como
yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
15:11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y
vuestro gozo sea cumplido.
15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,
como yo os he amado.
15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos.
15:14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15:15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer.
15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os
lo dé.
15:17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
No somos nosotros sino Dios Padre, él mismo, quien a través del
Espíritu Santo, llama a sus hijos a convertirse en discípulos,
(Discípulo->Diácono->Sacerdote->Ministro o Evangelista->Supervisor o
Anciano). En este orden.
Juan 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre
que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Usted no puede ser un
sacerdote (pastor) si antes no
fue un diácono. No puedes ser un diácono si antes no fue un discípulo.
No puede ser un discípulo si antes no ha recibido el bautismo del
Espíritu Santo, entonces se sujeta a un Diácono o a un Sacerdote Ministro de La
Iglesia de Dios para el aprendizaje de las enseñanzas de Jesucristo, la Doctrina Cristiana.
En algunos casos, las personas que son
autodidactas, pueden demostrar que han aprendido por si mismas, pero
este conocimiento debe ser evaluado por un Ministro.
Esto se demuestra claramente cuando Jesús lava los pies a
sus discípulos. El mas grande es el que sirve. Jesús preparó así a sus
discípulos antes de que ellos den inicio a su nuevo ministerio como los
Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo, que es la Iglesia de Dios Padre.
El Pueblo Santo de Dios Padre.
Ser un discípulo de Cristo, -Sacerdote de la Iglesia de Dios-, es
vivir en la plenitud del Espíritu Santo, esto significa que usted debe
estar bautizado en arrepentimiento de todos sus pecados y en el
convencimiento de que Jesús es su salvador y maestro.
Si usted aún no ha sido bautizado, entonces solicite una audiencia de
bautizo, o busque a un ministro que sea fiel a la Iglesia Primitiva de
Jesucristo, a que le bautice en el nombre de Jesucristo, conforme dicen
los evangelios. (Vea:
Bautizo) |
La paz del Señor este con todos vosotros. De acuerdo a los Santos Evangelios, todo creyente
que ha sido bautizado en el nombre Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, es un Sacerdote de la Iglesia de Dios, no importa su
idioma, su género, su
edad, ni su nivel de conocimiento.
Todos los Sacerdotes de la Iglesia de Dios pasamos por el mismo camino de
perfeccionamiento espiritual, guiados por el Espíritu Santo, para cumplir con los
diferentes objetivos del Plan de Dios. Por lo mismo, cada uno de nosotros
recibirá el perfeccionamiento que Dios mismo decida sobre cada uno de nosotros
para el fin que el decida.
No somos nosotros los que llamamos, sino, los que predicamos el Evangelio,
pues cada uno entiende por si mismo la llamada del Padre. Si tu ya recibiste al
Señor Jesús el Cristo como tu Redentor y Maestro, te invitamos a registrar tu
nombre en nuestra Lista de Sacerdotes de la Iglesia de Dios, fieles a la
Iglesia Primitiva de Jesús el Cristo.
Mantenerse en Oración
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por
los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos
quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno
y agradable delante de Dios nuestro Salvador, (1 Tim 2:1-3)
Quiero, pues, que los hombres oren en todo
lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. (1 Tim 2:8)
La ley de Moisés
La ley no fue dada para el justo, sino para los
transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los
irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los
homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los
secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga
a la sana doctrina, (1 Tim 1:9-10)
Las Mujeres
Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa
decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni
perlas, ni vestidos costosos,
sino con buenas obras, [ (Diaconas/Diaconisas/Monjas) ], como corresponde a mujeres
que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.
Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el
hombre, sino estar en silencio. (1 Tim 2:9-12) |
|