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Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis (perdonen) los pecados, les son remitidos (perdonados); y a quienes se los retuviereis (no les perdonen), les son retenidos (no le serán perdonados). Ver: Juan 20:23 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Ver: 1 Corintios 9:14
No somos nosotros sino Dios mismo, quien a través del Espíritu Santo, llama a sus hijos a convertirse en discípulos (sacerdotes), diáconos, pastores, evangelistas, y supervisores. En este orden. No puedes ser un pastor si antes no fuiste un diácono. No puedes ser un diácono si antes no fuiste un discípulo. Y no puedes ser un discípulo si antes no haz recibido el bautismo del Espíritu Santo. Jesús preparó a sus discípulos antes de que ellos iniciaran su ministerio. Esto se muestra claramente en todo el nuevo testamento, y las ultimas lecciones en la ultima cena cuando Jesús lava los pies a los apóstoles. El mas grande, es el que sirve, protege, y ayuda a los demás.
Ser un discípulo de Cristo, -Sacerdote de la Iglesia de Dios-, es vivir en la plenitud del Espíritu Santo, esto significa que usted debe estar bautizado en arrepentimiento de todos sus pecados y en el convencimiento de que Jesús es su salvador y maestro. Por esto, no se puede bautizar alguien que no haya cumplido con el misterio del bautismo, el creyente debe arrepentirse de todas sus maldades pasadas y haber recibido la doctrina cristiana que explica en si misma el Plan de Dios para la redención de los pecados y la vida eterna. Si usted aún no se ha bautizado, entonces solicite una audiencia de bautizo en línea, o busque a un ministro que sea fiel a la Iglesia Primitiva de Jesucristo en la ciudad en donde usted reside, a que le bautice en el nombre de Jesucristo, conforme dicen los evangelios. (Vea: Bautizo) Si ya es un Cristiano bautizado, (Sacerdote), y ha cumplido con su misión de Diácono por lo menos un año previo al ordenamiento como un Sacerdote Ministro de la Iglesia de Jesucristo, debes cumplir con los siguientes pedidos que son en beneficio suyo propio como también de la Iglesia:
Ministros
SOBRE LOS FALSOS MINISTROS
"Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación." Joel 1:13
EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA"Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir." (Is. 48:17) "No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas(1) se vendimian uvas [vendimiar = Recoger el fruto de las viñas.]. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca." (Lc. 6:43-45) La creación de este "buen tesoro del corazón", (contrario a lo que predican los ricos), no se refiere a un tesoro de grandes cuentas bancarias, de perseguir insaciablemente la prosperidad económica e imputarle a Dios tus progresos económicos, a poner tu nombre en grandes letreros, a publicar avisos sobre lo importante que eres, a tener enormes negocios, propiedades acumuladas, o bienes materiales. Tampoco se refiere a construir y donar grandes iglesias ni edificios para la congregación, ni a dar una limosna de vez en cuando a un pobre para sentirte salvo, ni a explotar miserablemente a tu prójimo. No se refiere tampoco a robar a un pobre para vivir como rico, no se refiere a nada de eso, "el buen tesoro en el corazón" se refiere a "la capacidad que tiene cada uno de nosotros de almacenar amor sincero en esa gran bodega que es tu propio corazón". Este es el "buen tesoro" que Dios Padre y Nuestro Señor Jesucristo su hijo, quieren que nosotros construyamos en nuestro propio corazón. La salvación no se compra con dinero. Los ricos, al igual que los pobres, penosamente también tendrán que responder ante Dios Padre y el Hijo en su día del juicio final. Los pobres, -ya lo dijo nuestro señor Jesucristo-, son bienaventurados y a ellos es a quienes pertenece el reino de los cielos. Pero los ricos, como él mismo lo recalcó, si tienen mucho que tapar y mucho que justificar, principalmente su propia mala conciencia, su avaricia, su actitud oportunista, su codicia, su psicodependencia a la acumulación de bienes; ellos, junto a los falsos pastores y maestros, los amigos de los ricos, y los defensores de los ricos, nunca dejaran de inventar nuevas doctrinas, falsas doctrinas, y re-escribirán la Biblia en cada oportunidad que tengan. Si bien Jesucristo ya no está físicamente con nosotros para decirles personalmente: "alto a tanta sinvergüencería", su palabra y su espíritu si permanecen siempre con nosotros. Véase: Despertad #9 Sus mandamientos e instrucciones sobre lo que es la verdadera vida cristiana están claramente escritos en la Biblia. Los falsos Pastores y Maestros, bajo la "falsa" enseñanza de "cree en Cristo y ya eres salvo", se han dado ellos mismos la rienda suelta a cometer toda clase de atropellos. Creer en el Hijo, creer en Jesucristo significa muchas cosas, significa "creer" en su mensaje de salvación y obedecer, aceptar y cumplir las condiciones del nuevo pacto. Significa también escuchar su voz y su llamado, "aceptar" sus mandamientos y cumplirlos, seguir fielmente sus enseñanzas, aceptar todas y cada una de las condiciones del nuevo pacto, seguir fielmente sus instrucciones y enseñanzas. Significa amar al Padre por sobre todas las cosas, amar al prójimo como nos amamos nosotros mismos, compartir el pan y el vino con el prójimo a quien debemos amar como a nosotros mismos, y también significa muchas otras cosas mas que se detallan en la Santa Biblia.
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Juan
6:53 De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. El que
come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Este es
el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y
murieron; |
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