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Jesús
nos dejo un mandamiento que
él mismo fue el
primero en cumplir. |
Nos envía al mundo
para que nos amemos
los unos a los otros
Pero, ¿Con que derecho nos exige El que nos amemos los
unos a los otros?
La respuesta es muy simple: Nadie puede demostrar mas amor que
aquel que entrego su vida por sus amigos.
El ejemplo del amor que Él nos
muestra es lo que en verdad se espera de un verdadero
amigo. Su ejemplo es tan claro y tan genuino que para El
fue algo muy normal y natural dar la vida por sus amigos,
mientras para la mayoría de personas en este mundo, esto
parece imposible.
Este mandamiento es quizás
también la piedra de tropiezo que separa y corrompe a la
mayoría de cristianos.
¿De que sirve leer los evangelios
noche y día si no te entregas al amor sincero? ¿Qué
importa cuantas iglesias construyas si no sabes amar
como Jesucristo ama? ¿De que te sirve predicar lo que tu
corazón no conoce? ¿Cómo es posible que personas
que tienen su corazón sellado al amor se llamen
cristianos a si mismos?
No habremos de entrar al
cielo sino quebramos al orgullo primero
La vida del
cristiano es una vida de penitencia. Una vida de entrega
a los demás. No es la vida de ser servido sino de
servir. No es la vida de pedir sino de dar. No es la
vida de acumular sino de compartir. No es la vida de
perseguir la riqueza sino de perseguir al amor.
Por
estas razones fundamentales, nace la misión encomendada a
Pedro de apacentar a sus ovejas y de que todos formemos
parte de su Iglesia. No solamente para mantenernos
persistentemente en la unidad cristiana; sino también
para darnos la oportunidad de aprender, practicar, y
darnos amor mutuamente, como Él nos lo dió primero.
Jesucristo no espera una
unidad de humanos arrogantes y orgullosos, sino una
unidad de hermanos humildes, dadores de amor, de
protección y de vida feliz a sus hermanos, siempre
llenos de afecto sincero, afecto para dar y dar sin medida.
Nos
escogió para que seamos sus amigos
A quienes el Padre elige y acepta, los
entrega inmediatamente a Jesús el Cristo. Ya no los llama
"esclavos" sino "amigos". Ya no tenemos que mirar a Dios
desde lejos. Ya no somos como los esclavos que no tienen
el menor derecho a entrar a la presencia de su amo; ni
como las multitudes que solo consiguen vislumbrar al
rey cuando pasa en alguna ocasión especial por delante.
Jesús nos ha
introducido en una perfecta intimidad con Dios, para
nunca jamás considerarlo como un extraño inasequible
sino como nuestro amigo más íntimo.
Oración
racias Dios mío por
concedernos el entendimiento de lo que esperas de
nosotros y por ser tolerante a nuestra ignorancia, a
nuestros pecados, y a nuestra
desidia en estas cosas que se revelan a nosotros poco a
poco. Perdónanos Señor Dios del Universo como nosotros perdonamos a los
que nos ofenden, y no nos dejes caer en tentación.
Hoy, hemos aprendido sobre las razones para las que
nos elegiste y sabemos que Jesús es el ejemplo que
debemos seguir hoy y siempre, comprendiendo que amar no tiene
límites, y que ese es el amor que nos revelas en
Jesucristo.
Líbranos Señor de
todo mal. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesucristo.
Amen.