LA IGLESIA PRIMITIVA DE CRISTO
La Iglesia Primitiva del Señor Jesucristo como se revela en el Nuevo Testamento

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Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.Ezequiel 47. 1Zacarias 14. 8

Juan 7:37-38

  ientras los Judíos negaban y vituperaban al Hijo de Dios en su propia tierra, luego perseguían a los cristianos para matarlos, los Romanos por otra parte se robaban a grandes pasos la Iglesia de Jesucristo para sembrarla bajo sus condiciones y a su manera, en la Roma del Cesar; y llamando a esta nueva Iglesia: Católica Apostólica y Romana, Satanás logra así arrebatarnos la Iglesia fundada por el mismo Jesús el Cristo, en Jerusalén.

Aludiendo que su nueva Iglesia es la Iglesia fundada por los Apóstoles Pedro y Pablo, no hay otra alternativa que recordarle a la Iglesia Católica Apostólica de Roma, (como ellos mismos la llaman), que la verdadera Iglesia de Jesucristo es la que el mismo Señor Jesús fundó en Jerusalén, -con sus apóstoles y discípulos-, ésta no es ninguna iglesia inventada o construida por romanos, ni fundada por hombre alguno sino por Dios mismo en persona.

Así ellos digan que éstos hombres, sean Pedro o Pablo o quienes ellos quieran inventarse, fundaron su iglesia, lo cierto es que la verdadera Iglesia de Cristo, no es la que está en Roma sino la que se fundó en Jerusalén, y ahora, en el corazón de todos los verdaderos cristianos.

La Iglesia de Dios no es una iglesia localizada en Roma, sino precisamente en el corazón de cada creyente.

La Iglesia de Jesucristo es una Iglesia del Espíritu, no de la carne.  Mucho menos es una Iglesia diseñada para acumular edificios, basílicas, reinados, papados, ejércitos, dinero, poder, armas, o gloria de hombre alguno. La Iglesia de Cristo tiene como cabeza al mismo Cristo. No a ningún Papa, Pastor ni Maestro, y menos de Roma.

La del Señor Jesús es una iglesia formada por nosotros sus discípulos, los verdaderos creyentes, no por romanos ambiciosos, avaros, pedófilos ni ladrones.

Se olvidan los católicos que el reino que proclamamos los verdaderos cristianos no es de este mundo ni pertenece a hombre alguno sino al mismísimo Jesús el Cristo para procurar la salvación de su pueblo.

Que recuerden también los romanos que tanto Pedro como Pablo fueron torturados y muertos bajo el yugo judío-romano.

La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma donde habría sido obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica vaticana.

Es una mentira que Pedro haya sido un obispo en Roma, pues él fue conducido a Roma como un reo para ser torturado y muerto, y no como un invitado importante, mucho menos él o Pablo fundarian otra Iglesia, llamese como se llame. Pero he allí la infame mentira de los católicos romanos para engañar a toda la humanidad diciendo que Pedro fue un obispo en Roma, y que allí fundó alguna Iglesia.

Esta mentira pronto se difundió por todo el mundo, y todos nos la hemos comido como nos comemos muchas propagandas políticas. Como ven, no importa cuantos miles de años pasen, ni que quieran esconder la verdad como quieran, ésta siempre saldrá a la luz por un lado u otro, hasta que todos los pilares de la verdad vuelvan a su puesto.

Cierto es que tanto Pedro como Pablo viajaban y predicaban en todas partes, creaban así nuevas congregaciones de creyentes que se unían a la única Iglesia cuya cabeza era Jesucristo y no Roma.

Su método de trabajo, fue el mismo que Jesús -en persona- les enseñaría.

Ellos, -los Apóstoles-, formaban amorosamente a sus discípulos, los fomentaban a convertirse en diáconos, y posteriormente en sacerdotes para luego asignarlos a las diferentes ciudades que conocían.

Después, ellos mismo, (los Apóstoles), viajaban por todas las ciudades a donde habían asignado a estos nuevos sacerdotes para supervisar sus labores y asegurarse que estén apegados al mismo evangelio de Jesucristo que ellos aprendieron. Así es como ellos supervisaban que todas las Iglesias donde ellos viajaban prediquen el mismo evangelio.

Ellos no andaban fundando nuevas Iglesias de hombres a lo loco. La Iglesia que ellos representaban era la verdadera Iglesia de Jesús el Cristo, al modo de Jesucristo, y no al de ellos, la iglesia fundada inicialmente en el cielo y presentada por Jesús por primera vez en la vieja Jerusalén.

Los apóstoles, con el conocimiento que recibieron de los labios de Cristo, jamás hubieran fundado ninguna nueva iglesia en ninguna parte de este planeta que no sea solamente para proclamar la verdad revelada por el Jesús de Nazaret, de su Iglesia fundada en Jerusalén, -no en Roma-, impartiendo así, los nuevos evangelios cristianos a todo el mundo.

Estaba meditando justamente sobre cual seria un buen mensaje a los católicos de este tiempo; y decidí que seria muy oportuno anunciar en esta pagina, el mensaje de un católico prominente que contribuyó en gran parte a los eventos de La Reforma.

No fue él mismo el causante directo de todo lo ocurrido durante la época de La Reforma, pues ya se habían iniciado movimientos cristianos en toda Europa que rechazaban radicalmente a las herejías de la Iglesia Católica. Pero si es importante mencionar a éste clérigo, dado que, él pudo plasmar en blanco y negro las 95 tesis presentadas a la Iglesia Católica que jamás fueron aceptadas, reconocidas, ni atendidas, pero él las presenta de todas maneras, como una evidencia de como esta Iglesia se mofa de las enseñanzas y mandamientos de Jesús el Cristo.

Penosamente, los Católicos, no son los que mas se interesan por leer sobre las cosas de Dios, así que yo me pregunto junto a Jesús mismo, si en verdad valdrá este esfuerzo de intentar educarlos, -en parte-, sobre las cosas del altísimo.

A todos los Católicos del mundo, aquí les presento a otro Católico verdaderamente ilustre, a un Santo de la Iglesia de Dios, al inconforme de todos los engaños y abusos de su propia Iglesia llamada: Iglesia Católica, Apostólica y Romana: El Reverendo Martín Lutero, y sus 95 tesis al final de su biografía.

 

Martín Lutero

1 INTRODUCCIÓN

Martín Lutero (1483-1546), teólogo y reformador religioso alemán, iniciador de la Reforma protestante. Figura crucial de la edad moderna en Europa, la influencia del conjunto de sus teorías y doctrinas (que suele ser denominado luteranismo) se extendió, más allá de la religión, a la política, la economía, la educación, la filosofía, el lenguaje, la música y otros espacios de la cultura.

2 INFANCIA Y JUVENTUD

Nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, descendiente de campesinos, hecho en el que siempre insistió. Su padre, Hans Lutero, trabajó en las minas de cobre de Mansfeld. Recibió una sólida educación en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, a los 17 años de edad, ingresó en la Universidad de Erfurt, donde se licenció en 1502 y doctoró en 1505. Después quiso estudiar Derecho, como su padre deseaba, pero en el verano de 1505 abandonó de pronto sus estudios, vendió sus libros e ingresó en el monasterio de los agustinos de Erfurt, decisión que sorprendió a sus amigos y consternó a sus padres. Más tarde lo explicó recordando que por entonces tuvo varios encuentros con la muerte que le hicieron sentir la fugacidad de la vida. En el monasterio cumplió las reglas impuestas para el noviciado pero no encontró la paz de Dios que esperaba. En el otoño de 1506 profesó como monje y un año después se ordenó sacerdote.

Con el propósito de estudiar teología para ocupar una cátedra en una de las muchas universidades alemanas regidas por los monjes, su amigo y consejero Johann von Staupitz, vicario general de los agustinos, le asignó en 1508 un curso introductorio de filosofía moral en la nueva Universidad de Wittenberg (fundada en 1502). En 1509 se licenció en teología y volvió a Erfurt, donde impartió clases y estudió (1509-1511). En noviembre de 1510 visitó Roma en representación de siete monasterios agustinos y cumplió los deberes religiosos acostumbrados para un visitante piadoso, pero la mundanidad del clero romano le indignó. Al poco tiempo de reanudar sus deberes en Erfurt, fue enviado a Wittenberg para estudiar el doctorado de teología. En 1512 se doctoró y asumió la cátedra de Teología Bíblica que conservó hasta su muerte.

Lutero fue un predicador, profesor y administrador muy activo. Sus estudios del Nuevo Testamento para preparar sus clases le llevaron a creer que los cristianos se salvan, no por sus propios esfuerzos o méritos, sino por el don de la gracia de Dios, que ellos aceptan por la fe. Aunque los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a la fecha exacta y el lugar en que Lutero llegó a estas conclusiones, el acontecimiento, crucial en la vida de Lutero, lo hizo enfrentarse contra algunos de los principios fundamentales de la Iglesia católica.

3 COMIENZOS DE LA REFORMA

El 31 de octubre de 1517 Lutero se convirtió en controvertida figura pública al exponer en el pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg (algunos estudiosos dudan sobre si éste fue el lugar exacto) sus 95 Tesis o proposiciones escritas en latín contra la venta de indulgencias (remisión, mediante un pago, de los castigos temporales impuestos por la comisión de los pecados) para la gran obra de los papas Julio II y León X: la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Al margen de cómo se hicieron públicas sus proposiciones, causaron una gran conmoción y fueron traducidas de inmediato al alemán, logrando una amplísima difusión. Lutero defendió con energía sus opiniones en debates universitarios públicos en Wittenberg y en otras ciudades, provocando una investigación por parte de la Iglesia romana que culminó con la condena de sus enseñanzas (15 de junio de 1520) y con su excomunión (1 de enero de 1521) por el papa León X. En abril de 1521 fue convocado ante el emperador Carlos V en la Dieta de Worms y se le pidió que se retractase ante las autoridades seculares y eclesiásticas allí reunidas. Se negó, asegurando que para hacerlo tendrían que refutar sus teorías con las Escrituras y la razón y que no es conveniente ir contra la conciencia. Su famosa declaración: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa”, quizá no sea más que una leyenda. El emperador condenó a Lutero, pero el elector de Sajonia, Federico el Sabio, lo recluyó en su castillo de Wartburg, donde Lutero emprendió su traducción del Nuevo Testamento del original griego al alemán, una contribución fundamental al desarrollo de la lengua alemana. Los desórdenes provocados en Wittenberg por sus seguidores más extremistas le obligaron a volver a la ciudad, en marzo de 1521, para restablecer la paz por medio de numerosos sermones.

4 LAS GUERRAS CAMPESINAS

Lutero continuó enseñando y escribiendo en Wittenberg, pero pronto se vio envuelto en las disputas que rodearon a las denominadas Guerras Campesinas (1524-1526). Los líderes de dicha revuelta, sobre todo Thomas Münzer (fundador de la secta de los anabaptistas), justificaron sus demandas basándose, de forma errónea, en los escritos de Lutero y aunque éste apoyó muchas de sus aspiraciones políticas, consideró erróneos sus argumentos teológicos. Cuando los campesinos recurrieron a la violencia, los denunció y apoyó los esfuerzos de los príncipes por restablecer el orden. Más tarde repudió la dureza y la política vengativa adoptada por los nobles y su actitud hacia la guerra le hizo perder muchos amigos y seguidores. En 1525, en medio de esta controversia, contrajo matrimonio con Catalina de Bora, una antigua monja. El matrimonio fue feliz y su mujer se convirtió en una colaboradora importante durante el resto de su vida. Después de articular su teología básica en sus primeros escritos —De la libertad del cristiano (1519), Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana (1520), La cautividad de Babilonia (1520), De la esclavitud del arbitrio (1525)— publicó su libro más famoso, Pequeño catecismo (1529). Entre 1955 y 1976 se ha publicado la edición moderna de las obras de Lutero, que ocupa 54 volúmenes. Su Pequeño catecismo explica en un lenguaje sencillo y rico la teología de la Reforma evangélica comentando brevemente, en forma de preguntas y respuestas, temas tales como los Diez Mandamientos, el credo apostólico, el Padrenuestro, el bautismo y la eucaristía. Al prohibírsele asistir a la Dieta de Augsburgo por estar excomulgado, Lutero delegó la defensa de los reformadores, formulada en la Confesión de Augsburgo (1530), en su colega y amigo, el humanista Philip Melanchthon. En 1532 terminó su traducción del Antiguo Testamento. Mientras tanto, su influencia se extendió por el norte y el este de Europa, y su prestigio contribuyó a que Wittenberg se convirtiera en un centro intelectual. Su defensa de la independencia de los gobernantes respecto a la supervisión eclesiástica le ganó el apoyo de muchos príncipes, aunque después se interpretó de manera contraria a su intención original.

5 ÚLTIMOS AÑOS

En 1537 la salud de Lutero empezó a deteriorarse. Preocupado por el resurgimiento del Papado y por lo que interpretó como un intento de los judíos de aprovechar la confusión surgida entre los cristianos para reabrir la cuestión del mesianismo de Jesús, se sintió responsable de semejante estado de cosas y escribió una violenta invectiva contra los judíos y otra contra el Papado y la facción más radical de los reformadores, los anabaptistas. En 1546 se solicitó su mediación en un conflicto surgido entre los dos condes que gobernaban en Mansfeld. Viejo y enfermo, acudió, resolvió el litigio y murió el 18 de febrero de 1546 en Eisleben.

6 TEOLOGÍA

Lutero no fue un teólogo a la usanza clásica, pero la sutilidad y complejidad de su obra, inspirada en su estudio riguroso del Nuevo Testamento y en el gran teólogo del siglo IV san Agustín de Hipona, ejerció una influencia muy importante.

6.1 Ley y Evangelio

Lutero sostuvo que Dios actúa sobre los seres humanos a través de la ley y de los Evangelios.

La ley representa las exigencias de Dios como se expresa, por ejemplo, en los Diez Mandamientos y en los preceptos de Jesús en el Nuevo Testamento. Al margen de sus convicciones religiosas, todas las personas son conscientes de la ley y las tradiciones éticas de su cultura, aunque el pecado distorsione su interpretación. Para Lutero, la ley cumple dos funciones. Permite a los seres humanos mantener cierto orden en su mundo, su comunidad y sus propias vidas a pesar del profundo alejamiento de Dios, del mundo, de sus semejantes y de sí mismos provocado por el pecado original que introdujo el mal radical. Además, la ley acerca a los seres humanos a Cristo por la necesidad del perdón de los pecados.

Dios también se relaciona con los seres humanos a través de los Evangelios, donde se narra el sacrificio de su hijo para la salvación del género humano. Esta proclamación no exige más que su aceptación por parte de las personas. Lutero pensaba que la teología se equivocó al confundir la ley con el Evangelio y afirmó que los seres humanos sólo pueden aspirar a ser dignos del don incondicional de la gracia de Dios.

6.2 Pecado

Insistió en que los cristianos, desde que habitan este mundo, son pecadores y santos al mismo tiempo. Son santos en la medida en que creen en la gracia de Dios y no en sus propios actos. Sin embargo, el pecado es un aspecto permanente y omnipresente en la Iglesia, igual que en el mundo, y un santo no es un emblema moral, sino un pecador que acepta la gracia divina, de forma que, desde el ciudadano más respetado hasta el criminal más empedernido, todos necesitan el perdón de Dios.

6.3 Lo finito y lo infinito

Lutero pensaba que Dios se manifiesta ante los seres humanos a través de formas finitas y terrenales más que en su divinidad pura. Por ejemplo, se reveló a sí mismo en Jesucristo y se dirigió a nosotros hablando con las palabras humanas de los autores del Nuevo Testamento, y su cuerpo y su sangre son recibidos por los creyentes (según la frase de Lutero) “en, con y bajo” el pan y el vino de la Sagrada Comunión. Para Lutero, que derribó la tradicional distinción entre ocupaciones sagradas y seculares, los seres humanos trabajan para sí mismos y para el mundo cualesquiera que sean sus ocupaciones (que llamó vocaciones) como madres, padres, gobernantes o súbditos, carniceros o panaderos; todos son instrumentos de Dios, que trabaja en el mundo a través de ellos.

6.4 Teología de la cruz

Lutero afirmó que la teología cristiana es la teología de la cruz más que la de la gloria. Los seres humanos no pueden percibir a Dios por medio de la filosofía o la ética. Deben dejar a Dios que sea Dios y verlo donde Él quiere darse a conocer. Para Lutero, Dios revela su sabiduría en la insensatez de los sermones; su poder, a través del sufrimiento, y el significado secreto de la vida, a través de la muerte de Cristo en la cruz.
 

 

Las 95 Tesis de Martín Lutero

Wittenberg, 31 de octubre de 1517.
Disputa acerca de la determinación del valor de las indulgencias

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

1-Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

2-Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y
satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

3-Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.

4-En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.

5-El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.

6-El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.

7-De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.

8-Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.

9-Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.

10-Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.

11-Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.

12-Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.

13-Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.

14-Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.

15-Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras
cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.

16-Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.

17-Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.

18-Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.

19-Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.

20-Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.

21-En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.

22-De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.


23-Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.

24-Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.

25-El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.

26-Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.

27-Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.

28-Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.

29-¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.

30-Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.

31-Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.

32-Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.

33-Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.

34-Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.

35-Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.

36-Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

37-Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.

38-No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.

39-Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.

40-La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.

41-Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.

42-Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.

43-Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.

44-Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.

45-Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.

46-Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.

47-Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.

48-Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.

49-Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.

50-Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.

51-Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.

52-Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.

53-Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.

54-Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.

55-Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.

56-Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.

57-Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que
muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.

58-Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.

59-San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.

60-No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.

61-Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.

62-El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.

63-Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.

64-En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.

65-Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.

66-Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.

67-Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.

68-No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.

69-Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.

70-Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.

71-Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

72-Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.


73-Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.

74-Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las
indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.

75-Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.

76-Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.

77-Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.

78-Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.

79-Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.

80-Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.

81-Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.

82-Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?

83-Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?

84-Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?

85-Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?

86-Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?

87-Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?

88-Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?

89-Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?

90-Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.

91-Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.

92-Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.

93-Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.

94-Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.

95-Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.

 

 
Iglesia de la Misericordia
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REVISTA
LA GAZZETTA

Vol 10, Num 7

El Pueblo
De Dios

Vea como Dios separa a su pueblo del resto del mundo y lo santifica.

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Juan 6:53
Jesús les dijo:

De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 

El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 

Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron;
el que come
de este pan, vivirá eternamente.


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Juan 6:44

Ninguno puede venir a mí,
si el Padre que me envió no le trajere;
y yo le resucitaré en el día postrero. 

Escrito está en los profetas:
Y serán todos enseñados por Dios.Isaias 54. 13
Así que, todo aquel que oyó al Padre,
y aprendió de él, viene a mí. 
No que alguno haya visto al Padre,
sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 

De cierto, de cierto os digo: 
El que cree en mí, tiene vida eterna.

Yo soy el pan de vida.

Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
Este es el pan que desciende del cielo,
para que el que de él come, no muera. 

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan,
vivirá para siempre;
y el pan que yo daré es mi carne,
la cual yo daré por la vida del mundo.

John 6:44

None you can come to me,
if the Father who sent me does not draw him; and I will raise him up at the last day. 

Written is in the prophets:
And they will all be taught by God.Isaias 54. 13
So, everyone who heard the Father,
and learned from him, he comes to me. 
Not that any have seen the Father,
but the one who came from God; he hath seen the Father. 

Indeed, indeed true I tell you: 
Whoever believes in me has eternal life.

I am the bread of life.

Your parents they ate manna in the desert, and died.
This is the bread that comes down from heaven,
lest he that eats of it die. 

I am the living bread that came down from heaven; if anyone eats of this bread,
will live forever;
and the bread that I will give is my flesh,
which I will give for the life of the world.

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