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ientras los Judíos negaban
y vituperaban al Hijo de Dios en su propia tierra, luego perseguían a
los cristianos para matarlos, los
Romanos por otra parte se robaban a grandes pasos la Iglesia de Jesucristo para sembrarla bajo
sus condiciones y a su manera, en la Roma del Cesar; y llamando a esta
nueva Iglesia: Católica
Apostólica y Romana, Satanás logra así arrebatarnos la Iglesia fundada
por el mismo Jesús el Cristo, en Jerusalén. Aludiendo que su nueva Iglesia
es la Iglesia fundada por los Apóstoles Pedro y Pablo, no hay otra
alternativa que recordarle a la Iglesia Católica Apostólica de Roma,
(como ellos mismos la llaman), que la verdadera Iglesia de Jesucristo es la que
el mismo Señor Jesús fundó en Jerusalén, -con sus apóstoles y
discípulos-, ésta no es ninguna iglesia inventada o construida por romanos, ni
fundada por hombre alguno sino por Dios mismo en persona.
Así ellos digan que éstos hombres, sean
Pedro o Pablo o quienes ellos quieran inventarse, fundaron su iglesia, lo cierto es que la
verdadera Iglesia de Cristo, no es la que está en Roma sino la que se
fundó en
Jerusalén, y ahora, en el corazón de todos los verdaderos cristianos.
La Iglesia de Dios no
es una iglesia localizada en Roma, sino precisamente en el corazón de
cada creyente.
La
Iglesia de Jesucristo es una Iglesia del Espíritu, no de la carne. Mucho
menos es una Iglesia diseñada para acumular edificios, basílicas, reinados, papados, ejércitos,
dinero, poder, armas, o gloria de
hombre alguno. La Iglesia de Cristo tiene como cabeza al mismo Cristo.
No a ningún Papa, Pastor ni Maestro, y menos de Roma.
La del Señor Jesús es una iglesia formada por nosotros sus
discípulos, los verdaderos creyentes, no por romanos ambiciosos, avaros,
pedófilos ni ladrones.
Se olvidan los católicos que el reino que proclamamos los
verdaderos cristianos no es de este mundo ni pertenece a hombre
alguno sino al mismísimo Jesús el
Cristo para procurar la salvación de su pueblo.
Que recuerden también los romanos que tanto Pedro como Pablo fueron
torturados y muertos bajo el yugo judío-romano. La tradición católica
narra que Pedro acabó sus días en Roma
donde habría sido obispo, y que allí murió martirizado bajo el
mandato de
Nerón
en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del lugar de su
martirio y que a principios del siglo IV el emperador
Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica
vaticana. Es una mentira que Pedro haya sido un obispo en
Roma, pues él fue conducido a Roma como un reo para ser
torturado y muerto, y
no como un invitado importante, mucho menos él o Pablo fundarian
otra Iglesia, llamese como se llame. Pero he allí la
infame mentira de los católicos romanos para engañar a toda la
humanidad diciendo que Pedro fue un obispo en Roma, y que allí fundó alguna Iglesia.
Esta mentira pronto se difundió por todo el mundo, y todos
nos la hemos comido como nos comemos muchas propagandas
políticas. Como ven, no importa cuantos
miles de años pasen, ni que quieran esconder la verdad como
quieran, ésta siempre saldrá a
la luz por un lado u otro, hasta que todos los pilares de la
verdad vuelvan a su puesto.
Cierto es que tanto Pedro como Pablo viajaban y predicaban en todas
partes, creaban así nuevas congregaciones de creyentes que se unían a la
única Iglesia cuya cabeza era Jesucristo y no Roma.
Su método de trabajo, fue el mismo que Jesús -en persona- les
enseñaría.
Ellos, -los Apóstoles-, formaban amorosamente a sus
discípulos, los fomentaban a convertirse en diáconos, y posteriormente
en sacerdotes para luego asignarlos a las diferentes ciudades que
conocían.
Después, ellos mismo, (los Apóstoles), viajaban por todas las
ciudades a donde habían asignado a estos nuevos sacerdotes para
supervisar sus labores y asegurarse que estén apegados al mismo
evangelio de Jesucristo que ellos aprendieron. Así es como ellos supervisaban que todas las
Iglesias donde ellos viajaban prediquen el mismo evangelio.
Ellos no andaban fundando nuevas Iglesias de hombres a lo loco. La Iglesia que ellos representaban era la
verdadera Iglesia de Jesús el Cristo, al modo de Jesucristo, y no al de
ellos, la iglesia fundada inicialmente en el cielo y
presentada por Jesús por primera vez en la vieja Jerusalén.
Los apóstoles, con el conocimiento que recibieron de los labios de
Cristo, jamás hubieran fundado ninguna nueva iglesia en ninguna parte de
este planeta que no sea solamente para proclamar la verdad revelada por
el Jesús de Nazaret, de su Iglesia fundada en Jerusalén, -no en Roma-,
impartiendo así, los nuevos evangelios cristianos a todo el mundo.
Estaba meditando justamente sobre cual seria un buen mensaje a los católicos de este
tiempo; y decidí que seria muy oportuno anunciar en esta pagina, el
mensaje de un católico prominente que contribuyó en gran parte a los
eventos de La Reforma.
No fue él mismo el causante directo de todo lo
ocurrido durante la época de La Reforma, pues ya se habían iniciado
movimientos cristianos en toda Europa que rechazaban radicalmente a las
herejías de la Iglesia Católica. Pero si es importante mencionar a éste
clérigo, dado que, él pudo plasmar en blanco y negro las 95 tesis presentadas
a la Iglesia Católica que jamás fueron aceptadas, reconocidas, ni
atendidas, pero él las presenta de todas maneras, como una evidencia de
como esta Iglesia se mofa de las enseñanzas y mandamientos de Jesús el Cristo.
Penosamente, los Católicos, no son los que mas se interesan por leer
sobre las cosas de Dios, así que yo me pregunto junto a Jesús mismo, si
en verdad valdrá este esfuerzo de intentar educarlos, -en parte-, sobre las
cosas del altísimo.
A todos los Católicos del mundo, aquí les presento a otro Católico
verdaderamente ilustre, a un Santo de la Iglesia de Dios, al inconforme
de todos los engaños y abusos de su propia Iglesia llamada: Iglesia Católica,
Apostólica y Romana: El Reverendo Martín Lutero, y sus 95 tesis al final
de su biografía.
Martín Lutero
1 INTRODUCCIÓN
Martín Lutero (1483-1546), teólogo y reformador religioso
alemán, iniciador de la Reforma protestante. Figura crucial de
la edad moderna en Europa, la influencia del conjunto de sus
teorías y doctrinas (que suele ser denominado luteranismo) se
extendió, más allá de la religión, a la política, la economía,
la educación, la filosofía, el lenguaje, la música y otros
espacios de la cultura.
2 INFANCIA Y JUVENTUD
Nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, descendiente de
campesinos, hecho en el que siempre insistió. Su padre, Hans
Lutero, trabajó en las minas de cobre de Mansfeld. Recibió una
sólida educación en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, a
los 17 años de edad, ingresó en la Universidad de Erfurt, donde
se licenció en 1502 y doctoró en 1505. Después quiso estudiar
Derecho, como su padre deseaba, pero en el verano de 1505
abandonó de pronto sus estudios, vendió sus libros e ingresó en
el monasterio de los agustinos de Erfurt, decisión que
sorprendió a sus amigos y consternó a sus padres. Más tarde lo
explicó recordando que por entonces tuvo varios encuentros con
la muerte que le hicieron sentir la fugacidad de la vida. En el
monasterio cumplió las reglas impuestas para el noviciado pero
no encontró la paz de Dios que esperaba. En el otoño de 1506
profesó como monje y un año después se ordenó sacerdote.
Con el propósito de estudiar teología para ocupar una cátedra en
una de las muchas universidades alemanas regidas por los monjes,
su amigo y consejero Johann von Staupitz, vicario general de los
agustinos, le asignó en 1508 un curso introductorio de filosofía
moral en la nueva Universidad de Wittenberg (fundada en 1502).
En 1509 se licenció en teología y volvió a Erfurt, donde
impartió clases y estudió (1509-1511). En noviembre de 1510
visitó Roma en representación de siete monasterios agustinos y
cumplió los deberes religiosos acostumbrados para un visitante
piadoso, pero la mundanidad del clero romano le indignó. Al poco
tiempo de reanudar sus deberes en Erfurt, fue enviado a
Wittenberg para estudiar el doctorado de teología. En 1512 se
doctoró y asumió la cátedra de Teología Bíblica que conservó
hasta su muerte.
Lutero fue un predicador, profesor y administrador muy activo.
Sus estudios del Nuevo Testamento para preparar sus clases le
llevaron a creer que los cristianos se salvan, no por sus
propios esfuerzos o méritos, sino por el don de la gracia de
Dios, que ellos aceptan por la fe. Aunque los eruditos no se
ponen de acuerdo en cuanto a la fecha exacta y el lugar en que
Lutero llegó a estas conclusiones, el acontecimiento, crucial en
la vida de Lutero, lo hizo enfrentarse contra algunos de los
principios fundamentales de la Iglesia católica.
3 COMIENZOS DE LA REFORMA
El 31 de octubre de 1517 Lutero se convirtió en controvertida
figura pública al exponer en el pórtico de la iglesia de Todos
los Santos de Wittenberg (algunos estudiosos dudan sobre si éste
fue el lugar exacto) sus
95 Tesis o proposiciones escritas en latín contra la venta
de indulgencias (remisión, mediante un pago, de los castigos
temporales impuestos por la comisión de los pecados) para la
gran obra de los papas Julio II y León X: la construcción de la
basílica de San Pedro en Roma. Al margen de cómo se hicieron
públicas sus proposiciones, causaron una gran conmoción y fueron
traducidas de inmediato al alemán, logrando una amplísima
difusión. Lutero defendió con energía sus opiniones en debates
universitarios públicos en Wittenberg y en otras ciudades,
provocando una investigación por parte de la Iglesia romana que
culminó con la condena de sus enseñanzas (15 de junio de 1520) y
con su excomunión (1 de enero de 1521) por el papa León X. En
abril de 1521 fue convocado ante el emperador Carlos V en la
Dieta de Worms y se le pidió que se retractase ante las
autoridades seculares y eclesiásticas allí reunidas. Se negó,
asegurando que para hacerlo tendrían que refutar sus teorías con
las Escrituras y la razón y que no es conveniente ir contra la
conciencia. Su famosa declaración: “Aquí estoy, no puedo hacer
otra cosa”, quizá no sea más que una leyenda. El emperador
condenó a Lutero, pero el elector de Sajonia, Federico el Sabio,
lo recluyó en su castillo de Wartburg, donde Lutero emprendió su
traducción del Nuevo Testamento del original griego al alemán,
una contribución fundamental al desarrollo de la lengua alemana.
Los desórdenes provocados en Wittenberg por sus seguidores más
extremistas le obligaron a volver a la ciudad, en marzo de 1521,
para restablecer la paz por medio de numerosos sermones.
4 LAS GUERRAS CAMPESINAS
Lutero continuó enseñando y escribiendo en Wittenberg, pero
pronto se vio envuelto en las disputas que rodearon a las
denominadas Guerras Campesinas (1524-1526). Los líderes de dicha
revuelta, sobre todo Thomas Münzer (fundador de la secta de los
anabaptistas), justificaron sus demandas basándose, de forma
errónea, en los escritos de Lutero y aunque éste apoyó muchas de
sus aspiraciones políticas, consideró erróneos sus argumentos
teológicos. Cuando los campesinos recurrieron a la violencia,
los denunció y apoyó los esfuerzos de los príncipes por
restablecer el orden. Más tarde repudió la dureza y la política
vengativa adoptada por los nobles y su actitud hacia la guerra
le hizo perder muchos amigos y seguidores. En 1525, en medio de
esta controversia, contrajo matrimonio con Catalina de Bora, una
antigua monja. El matrimonio fue feliz y su mujer se convirtió
en una colaboradora importante durante el resto de su vida.
Después de articular su teología básica en sus primeros escritos
—De la libertad del cristiano (1519), Manifiesto a la nobleza
cristiana de la nación alemana (1520), La cautividad de
Babilonia (1520), De la esclavitud del arbitrio (1525)— publicó
su libro más famoso, Pequeño catecismo (1529). Entre 1955 y 1976
se ha publicado la edición moderna de las obras de Lutero, que
ocupa 54 volúmenes. Su Pequeño catecismo explica en un lenguaje
sencillo y rico la teología de la Reforma evangélica comentando
brevemente, en forma de preguntas y respuestas, temas tales como
los Diez Mandamientos, el credo apostólico, el Padrenuestro, el
bautismo y la eucaristía. Al prohibírsele asistir a la Dieta de
Augsburgo por estar excomulgado, Lutero delegó la defensa de los
reformadores, formulada en la Confesión de Augsburgo (1530), en
su colega y amigo, el humanista Philip Melanchthon. En 1532
terminó su traducción del Antiguo Testamento. Mientras tanto, su
influencia se extendió por el norte y el este de Europa, y su
prestigio contribuyó a que Wittenberg se convirtiera en un
centro intelectual. Su defensa de la independencia de los
gobernantes respecto a la supervisión eclesiástica le ganó el
apoyo de muchos príncipes, aunque después se interpretó de
manera contraria a su intención original.
5 ÚLTIMOS AÑOS
En 1537 la salud de Lutero empezó a deteriorarse. Preocupado por
el resurgimiento del Papado y por lo que interpretó como un
intento de los judíos de aprovechar la confusión surgida entre
los cristianos para reabrir la cuestión del mesianismo de Jesús,
se sintió responsable de semejante estado de cosas y escribió
una violenta invectiva contra los judíos y otra contra el Papado
y la facción más radical de los reformadores, los anabaptistas.
En 1546 se solicitó su mediación en un conflicto surgido entre
los dos condes que gobernaban en Mansfeld. Viejo y enfermo,
acudió, resolvió el litigio y murió el 18 de febrero de 1546 en
Eisleben.
6 TEOLOGÍA
Lutero no fue un teólogo a la usanza clásica, pero la sutilidad
y complejidad de su obra, inspirada en su estudio riguroso del
Nuevo Testamento y en el gran teólogo del siglo IV san Agustín
de Hipona, ejerció una influencia muy importante.
6.1 Ley y Evangelio
Lutero sostuvo que Dios actúa sobre los seres humanos a través
de la ley y de los Evangelios.
La ley representa las exigencias de Dios como se expresa, por
ejemplo, en los Diez Mandamientos y en los preceptos de Jesús en
el Nuevo Testamento. Al margen de sus convicciones religiosas,
todas las personas son conscientes de la ley y las tradiciones
éticas de su cultura, aunque el pecado distorsione su
interpretación. Para Lutero, la ley cumple dos funciones.
Permite a los seres humanos mantener cierto orden en su mundo,
su comunidad y sus propias vidas a pesar del profundo
alejamiento de Dios, del mundo, de sus semejantes y de sí mismos
provocado por el pecado original que introdujo el mal radical.
Además, la ley acerca a los seres humanos a Cristo por la
necesidad del perdón de los pecados.
Dios también se relaciona con los seres humanos a través de los
Evangelios, donde se narra el sacrificio de su hijo para la
salvación del género humano. Esta proclamación no exige más que
su aceptación por parte de las personas. Lutero pensaba que la
teología se equivocó al confundir la ley con el Evangelio y
afirmó que los seres humanos sólo pueden aspirar a ser dignos
del don incondicional de la gracia de Dios.
6.2 Pecado
Insistió en que los cristianos, desde que habitan este mundo,
son pecadores y santos al mismo tiempo. Son santos en la medida
en que creen en la gracia de Dios y no en sus propios actos. Sin
embargo, el pecado es un aspecto permanente y omnipresente en la
Iglesia, igual que en el mundo, y un santo no es un emblema
moral, sino un pecador que acepta la gracia divina, de forma
que, desde el ciudadano más respetado hasta el criminal más
empedernido, todos necesitan el perdón de Dios.
6.3 Lo finito y lo infinito
Lutero pensaba que Dios se manifiesta ante los seres humanos a
través de formas finitas y terrenales más que en su divinidad
pura. Por ejemplo, se reveló a sí mismo en Jesucristo y se
dirigió a nosotros hablando con las palabras humanas de los
autores del Nuevo Testamento, y su cuerpo y su sangre son
recibidos por los creyentes (según la frase de Lutero) “en, con
y bajo” el pan y el vino de la Sagrada Comunión. Para Lutero,
que derribó la tradicional distinción entre ocupaciones sagradas
y seculares, los seres humanos trabajan para sí mismos y para el
mundo cualesquiera que sean sus ocupaciones (que llamó
vocaciones) como madres, padres, gobernantes o súbditos,
carniceros o panaderos; todos son instrumentos de Dios, que
trabaja en el mundo a través de ellos.
6.4 Teología de la cruz
Lutero afirmó que la teología cristiana es la teología de la
cruz más que la de la gloria. Los seres humanos no pueden
percibir a Dios por medio de la filosofía o la ética. Deben
dejar a Dios que sea Dios y verlo donde Él quiere darse a
conocer. Para Lutero, Dios revela su sabiduría en la insensatez
de los sermones; su poder, a través del sufrimiento, y el
significado secreto de la vida, a través de la muerte de Cristo
en la cruz.
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Las 95 Tesis de Martín Lutero
Wittenberg, 31 de octubre de 1517.
Disputa acerca de la determinación del valor de las indulgencias
Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se
discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la
presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en
Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina
en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan
estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan,
aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
1-Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced
penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes
fuera penitencia.
2-Este término no puede entenderse en el sentido de la
penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la
confesión y
satisfacción) que se celebra por el ministerio de los
sacerdotes.
3-Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia
interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra
exteriormente diversas mortificaciones de la carne.
4-En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al
propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que
significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los
cielos.
5-El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella
que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a
los cánones.
6-El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y
testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con
certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen
menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
7-De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo
tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote,
su vicario.
8-Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los
vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en
los cánones.
9-Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del
Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso
de muerte y de necesidad.
10-Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los
moribundos penas canónicas en el purgatorio.
11-Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena
para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada
mientras los obispos dormían.
12-Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino
antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.
13-Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de
la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de
derecho exentos de ellas.
14-Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el
moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor
cuanto menor sean aquéllas.
15-Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no
hablar de otras
cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están
muy cerca del horror de la desesperación.
16-Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren
entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al
seguridad de la salvación.
17-Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida
que disminuya el horror, aumente la caridad.
18-Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras,
que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del
crecimiento en la caridad.
19-Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al
menos en su totalidad, tengan plena certeza de su
bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar
completamente seguros de ello.
20-Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas
las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino
solamente el de aquellas que él mismo impuso.
21-En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias
que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda
pena, a causa de las indulgencias del Papa.
22-De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del
purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en
esta vida.
23-Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una
remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede
otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.
24-Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente
engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la
liberación de las penas.
25-El poder que el Papa tiene universalmente sobre el
purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre
su diócesis o parroquia.
26-Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del
purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee),
sino por vía de la intercesión.
27-Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan
pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale
volando.
28-Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja,
el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión
de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
29-¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean
ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda,
aconteció con San Severino y San Pascual.
30-Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y
mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.
31-Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro
como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el
tal es rarísimo.
32-Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos
que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de
indulgencias.
33-Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las
indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual
el hombre es reconciliado con Dios.
34-Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas
de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas
por los hombres.
35-Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que
no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o
confessionalia.
36-Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho
a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de
indulgencias.
37-Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto,
tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la
Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun
sin cartas de indulgencias.
38-No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el
Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya
he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.
39-Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes,
ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las
indulgencias y la verdad de la contrición.
40-La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la
profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean
odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.
41-Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela
para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser
preferidas a las demás buenas obras de caridad.
42-Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del
Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare
con las obras de misericordia.
43-Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al
pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si
comprase indulgencias.
44-Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre
llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias,
sino a lo mas, liberado de la pena.
45-Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente
y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar
indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias
papales, sino la indignación de Dios.
46-Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de
bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para
su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.
47-Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias
queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
48-Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar
indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una
oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.
49-Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales
son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas
si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.
50-Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las
exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que
la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que
construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.
51-Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría
dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de
aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron
el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de
San Pedro, si fuera menester.
52-Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta
de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa
pusieran su misma alma como prenda.
53-Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar
indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de
la palabra de Dios en otras iglesias.
54-Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se
dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.
55-Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que
muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión
y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba
predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien
ceremonias.
56-Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las
indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos
entre el pueblo de Dios.
57-Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el
hecho de que
muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los
atesoran.
58-Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque
éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del
hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre
exterior.
59-San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los
pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
60-No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la
iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese
tesoro.
61-Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los
casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
62-El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio
de la gloria y de la gracia de Dios.
63-Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace
que los primeros sean postreros.
64-En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es
sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.
65-Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales
en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.
66-Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales
ahora se pescan las riquezas de los hombres.
67-Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con
gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto
proporcionan ganancias.
68-No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con
la gracia de Dios y la piedad de la cruz.
69-Los obispos y curas están obligados a admitir con toda
reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.
70-Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y
escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen
sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha
encomendado.
71-Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas,
sea anatema y maldito.
72-Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de
los predicadores de indulgencias, sea bendito.
73-Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que
maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de
las indulgencias.
74-Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las
indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
75-Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan
eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo
imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
76-Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no
pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne
a la culpa.
77-Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder
mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el
Papa.
78-Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como
cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio,
las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se
dice en 1ª de Corintios 12.
79-Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales
llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
80-Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al
permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
81-Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni
siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el
respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas
indudablemente sutiles de los laicos.
82-Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa
de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las
almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él
redime un número infinito de almas a causa del muy miserable
dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo
completamente insignificante?
83-Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios
por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar
las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya
no es justo orar por los redimidos?
84-Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa,
según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del
dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la
redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad
hacia esa misma alma pía y amada?
85-Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de
hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y
muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la
concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?
86-Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más
abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan
sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de
hacerlo con el de los pobres creyentes?
87-Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué
participación concede a los que por una perfecta contrición
tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?
88-Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia
si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas
remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de
los creyentes?
89-Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la
salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las
cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son
igualmente eficaces?
90-Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la
fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la
Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la
desdicha de los cristianos.
91-Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el
espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se
resolverían con facilidad o más bien no existirían.
92-Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al
pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.
93-Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo:
"Cruz, cruz" y no hay cruz.
94-Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por
seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e
infierno.
95-Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas
tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz. |
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